Internacional
América Latina: el clima no perdona, reduciendo la productividad agrícola y aumentando el precio de la comida
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2 días agoon
La variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos reducen la productividad agrícola, lo cual pone a la región en riesgo de aumento del hambre y la malnutrición en la región. En América Latina y el Caribe, uno de cada diez niños y niñas menores de cinco años vive con desnutrición crónica. Además, el hambre afectó a 41 millones de personas en la región durante 2023.
El nuevo informe de la ONU, El Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024*, publicado este lunes, explica que la variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos, como sequías, inundaciones y tormentas, reducen la productividad agrícola, alteran las cadenas de suministro de alimentos, aumentan los precios y afectan los entornos alimentarios.
Esto convierte a América Latina y el Caribe en la segunda región del mundo más expuesta a eventos climáticos extremos después de Asia, en la que al menos 20 países, el 74% de los países analizados enfrentan una alta frecuencia de tales eventos, lo que indica una exposición significativa que afecta la seguridad alimentaria.
Los eventos climáticos extremos ponen en riesgo los logros alcanzados en la reducción del hambre y la malnutrición en la región. Según el informe, entre 2019 y 2023, la prevalencia de la subalimentación aumentó 1,5 puntos porcentuales en todos los países afectados por la variabilidad climática y los extremos.
Desafíos estructurales empeoran la situación
El impacto de los extremos climáticos se ve en aumento debido a los persistentes desafíos estructurales como lo son conflictos, desaceleraciones económicas y crisis. Además de los factores subyacentes como los altos niveles de desigualdad, la falta de acceso a dietas saludables y su falta de disponibilidad, y entornos alimentarios poco saludables.
La situación es peor en aquellos países que experimentan recesiones económicas. Las poblaciones más vulnerables se ven afectadas de manera desproporcionada, porque tienen menos recursos para adaptarse.
Disparidades regionales, a pesar de la mejora de la situación
El hambre afectó a 41 millones de personas en la región durante 2023, lo cual indica una disminución de 2,9 millones de personas respecto a 2022 y de 4,3 millones de personas respecto a 2021.
A pesar de los avances regionales, existen disparidades entre subregiones. La prevalencia del hambre ha ido en aumento durante los últimos dos años en el Caribe, alcanzando el 17,2%, mientras que se ha mantenido relativamente sin cambios en Mesoamérica, en el 5,8%.
En cuanto a la inseguridad alimentaria moderada o grave, la región también demostró avances por segundo año consecutivo, cayendo bajo el promedio mundial por primera vez en 10 años. En total, 187,6 millones de personas en la región experimentaron inseguridad alimentaria, 19,7 millones menos que en 2022 y 37,3 millones menos que en 2021.
Esta reducción se explica gracias a la recuperación económica de varios países de América del Sur debido a programas de protección social, esfuerzos económicos postpandemia y políticas específicas destinadas a mejorar el acceso a los alimentos.
Los más afectados son los niños
La inseguridad alimentaria afecta de manera más pronunciada a determinados grupos de población, como las comunidades rurales y las mujeres; la brecha de género en América Latina y el Caribe sigue siendo más elevada que el promedio global.
En cuanto a la malnutrición, el reporte informa que el retraso en el crecimiento afectó al 22,3% de los niños menores de 5 años en el mundo en 2022. En América Latina y el Caribe, la prevalencia se estimó en 11,5%, significativamente por debajo del promedio mundial. Pero el progreso que había experimentado la región se ha desacelerado en los últimos años.
En esta región “uno de cada diez niños y niñas menores de cinco años vive con desnutrición crónica. La desnutrición y el sobrepeso coexisten en la región, exacerbados por la alta exposición y vulnerabilidad climática en las comunidades más vulnerables. Esta doble carga de la malnutrición amenaza diariamente el desarrollo pleno de la infancia”, afirmó Karin Hulshof, directora regional de UNICEF para América Latina y el Caribe.
Debido a esto, el derecho a la alimentación y nutrición de los niños, niñas y mujeres deben ser la prioridad al tomar “cualquier decisión sobre la acción climática”, explicó Hulshof.
En 2022, el 5,6% de los niños menores de cinco años a nivel global estaban afectados por sobrepeso, mientras que en América Latina y el Caribe la prevalencia alcanzó el 8,6%. Aunque, las tendencias varían significativamente, América del Sur impulsa en gran medida el aumento, mientras que Mesoamérica y el Caribe han mostrado una mayor estabilidad en los últimos años.
Cuestión crítica: falta de acceso económico a dietas saludables
En 2022, 182,9 millones de personas en América Latina y el Caribe no podían permitirse acceder a dietas saludables. Esto marca una mejora de 2,4 puntos porcentuales en comparación con 2021.
Según Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) un creciente desafío en la región, que puede llegar a ser un factor de riesgo para las enfermedades no transmisibles es el sobrepeso y la obesidad.
“Una dieta saludable es la base para la salud, el bienestar, el crecimiento óptimo y el desarrollo. La OPS posiciona la salud como piedra angular para la transformación de sistemas alimentarios, promoviendo políticas fiscales, incluyendo impuestos, políticas públicas de compra de alimentos saludables, la regulación de la publicidad, incluidos los sucedáneos de la leche materna; la inocuidad de los alimentos, la reformulación de productos alimentarios y el etiquetado frontal”, explicó Barbosa.
Asimismo, se hizo un llamado a centrarse en las poblaciones vulnerables y expuestas a eventos climáticos extremos, tras observar las disparidades entre subregiones en el acceso a dietas saludables: en el Caribe, el 50% de la población no podía permitirse una dieta saludable, seguida por Mesoamérica con un 26,3% y América del Sur con un 26%.
Emergencia climática en primera persona
“El planeta se calienta y el clima se desajusta”, dijo Lola Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos de la ONU en la región.
La directora explicó por qué las mujeres y los hombres de esta región viven “la emergencia climática en primera persona”, al ser estos los encargados de “producir alimentos, transformarlos, transportarlos y poner un plato en la mesa”.
“Las comunidades y los gobiernos de la región avanzan hacia soluciones integrales que abordan la seguridad alimentaria y la nutrición en tiempos de crisis climática. Juntos, buscamos proteger a las personas más vulnerables de los eventos climáticos extremos y crear sistemas alimentarios equitativos y sostenibles que alimentan a América Latina y el Caribe sin destrozarla”, añadió.
Necesidad de sostenibilidad a largo plazo
El informe destaca la necesidad urgente de acelerar la acción para desarrollar la resiliencia dentro de los sistemas agroalimentarios, que son críticos para el progreso de la región hacia la eliminación del hambre y la malnutrición en todas sus formas.
“Esta resiliencia permite anticipar, prevenir, absorber, adaptar y transformar, de manera positiva, eficiente y eficaz frente a diversos riesgos, incluyendo los desafíos asociados al cambio climático y los eventos extremos”, declaró Mario Lubetkin, subdirector general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe.
Además, la sostenibilidad a largo plazo de los sistemas agroalimentarios debe ser garantizada, dice el informe. Según Lubetkin, es importante “implementar una respuesta integral, basada en políticas y acciones diseñadas para fortalecer la capacidad de los sistemas agroalimentarios”.
Aceleramiento de inversiones
Asimismo, las agencias enfatizaron la necesidad de acelerar aún más las inversiones y acciones destinadas a crear capacidades de largo plazo para responder a la variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos.
“Estamos contribuyendo al avance en la lucha contra el hambre, pero las cifras aún superan los niveles previos a la pandemia, lo que demuestra que todavía queda un largo camino por recorrer”, señaló Rossana Polastri, directora regional de la División de América Latina y el Caribe del FIDA.
La directora también señaló la necesidad de “redoblar esfuerzos para adaptar los sistemas alimentarios a los efectos del cambio climático, cuyo impacto negativo exacerba la inseguridad alimentaria. Para lograrlo, debemos invertir más en las áreas rurales, de manera que los pequeños productores cuenten con infraestructuras básicas, sistemas de información climática, prácticas agrícolas sostenibles y acceso a productos financieros que les permitan hacer frente a los eventos extremos y a la variabilidad del clima. Además, debemos invertir en las mujeres y en los grupos de población más vulnerables para asegurar que los avances en la reducción del hambre no dejen a nadie atrás”.
*El Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024 es una publicación conjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
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