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Internacional

En primera persona: El terremoto de Turquía, 60 segundos de terror

“Cuando nos dimos cuenta de que habíamos sobrevivido al temblor, también nos dimos cuenta de que llovía, teníamos frío y sentíamos las piernas como gelatina, como si no formaran parte de nuestro cuerpo”.
Olga Borzenkova , portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones.

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Cuando los devastadores terremotos del lunes sacudieron Turquía y Siria, causando la muerte de miles de personas, Olga Borzenkova, portavoz de la agencia de migración de la ONU (OIM), estaba en Gaziantep, una de las zonas más afectadas en el primero de los países. Borzenkova describe para Noticias ONU su experiencia y la respuesta de emergencia que se está llevando a cabo.

“Como cientos de miles de personas en el sudeste de Turquía, dormía profundamente cuando el mundo empezó a temblar. No sé cómo describirlo a alguien que no haya sentido un terremoto, y mucho menos uno de los mayores jamás registrados en esta región.

Es completamente surrealista. El suelo y las paredes temblaban, se doblaban, y mientras bajábamos corriendo los tres pisos hasta la calle nuestro único pensamiento era alejarnos mucho, mucho de los edificios.

Fueron sesenta segundos del peor terror que he sentido nunca. Cuando nos calmamos un poco y nos dimos cuenta de que habíamos sobrevivido al temblor, también nos dimos cuenta de que estaba lloviendo, teníamos frío y sentíamos las piernas como gelatina, como si no formaran parte de nuestro cuerpo. Todo el mundo a nuestro alrededor gritaba.

Una tristeza indescriptible

Nos llevó un tiempo, pero tras la urgencia del segundo terremoto finalmente encontramos un lugar donde refugiarnos, en una escuela. Junto con otros cientos de personas, nos sentamos, nos tumbamos o nos quedamos de pie en la cancha de baloncesto, para avisar a nuestras familias de que estábamos a salvo.

Luego me puse al día en el trabajo y empecé a valorar cómo podía ayudar, cómo podía contarles lo que estaba pasando, cómo rendir homenaje a las maravillosas personas que estaban haciendo todo lo que podían para ayudarme y ayudar a miles como yo.

Pasamos la noche del lunes en un refugio gestionado por el Gobierno. Sentimos algunos temblores, pero era cómodo y teníamos bebidas calientes y algo de comida, además de un lugar donde dormir. Ahora estoy en la oficina, poniéndome al día de todo, incluida la desgarradora noticia de que hemos perdido a un colega. Otros están heridos y han perdido a familiares y, en algunos casos, sus casas. Otros, como un miembro de mi equipo, sobrevivieron de milagro en Hatay.

Es una tristeza indescriptible. Un minuto estábamos durmiendo, y al siguiente formamos parte de una de las mayores catástrofes del planeta.

Grito por dentro, de desesperación, pena y miedo. Pero miro a mis colegas, mis vecinos y mis amigos, que están mucho más afectados que yo, y me inspiran para seguir adelante.

Continúa la búsqueda de supervivientes en Samada (Siria) tras el terremoto del 6 de febrero.

© UNOCHA/Ali Haj Suleiman

Se necesitan refugios

Turquía es, por supuesto, muy propensa a los terremotos y ha creado un mecanismo de respuesta de primera clase. Llevamos más de 30 años trabajando con ellos y son unos socios fenomenales. Pero incluso ellos se verán exigidos por esta situación. Más de un millón de personas que huyeron de la guerra en Siria tienen estatus de protección temporal en la zona más afectada por el terremoto.

Estamos hablando con el Gobierno para ver cuál es la mejor manera de ayudar. En todas las situaciones de este tipo, lo primero que hay que hacer es buscar y rescatar, y sé que están llegando al país equipos de todo el mundo para ayudar.

Por supuesto, habrá grandes necesidades de refugio: miles, quizá cientos de miles de personas se quedarán sin hogar y el tiempo es gélido. Necesitarán un lugar donde dormir a corto plazo. Necesitarán ropa de abrigo, agua, comida, calefacción, traumatismos y lesiones por aplastamiento, y enormes secuelas mentales.

Las comunidades habrán quedado devastadas: las escuelas y los hospitales habrán sufrido daños, los lugares de trabajo habrán desaparecido. La logística de la ayuda será diabólica: habrá que reparar rápidamente carreteras y pistas de aterrizaje. Será una enorme operación de rescate, respuesta y recuperación, y estamos preparados para responder de cualquier forma que nos pida el gobierno, durante el tiempo que sea necesario.

FUENTE ONU NOTICIAS