Aparte de la paulatina recuperación laboral, dos organismos de la ONU indican que la crisis generada por la pandemia de COVID-19 afectó de manera más significativa el empleo femenino, registrándose un retroceso equivalente a más de 18 años en los niveles de la tasa de participación de las mujeres.
Pese al crecimiento del 6,6% que experimentaron las economías de América Latina el año pasado y las mejoras en los principales indicadores laborales regionales, con un crecimiento del empleo y un descenso de la tasa de ocupación, la recuperación laboral “ha sido lenta, incompleta y desigual”.
Así lo señala un nuevo informe conjunto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y la Organización Internacional del Trabajo donde ambos organismos destacan el retraso en la recuperación de los niveles de empleo previos a la pandemia, en comparación con la recuperación de la actividad económica.
El estudio destaca que a fines de 2021 varios de los países de la región habían recuperado su nivel de PIB anterior a la crisis, mientras que los índices de empleo, en muchos casos, aún estaban por debajo.
Estos retrasos a nivel ocupacional sugieren la necesidad de reforzar los instrumentos que faciliten la reincorporación de las personas al mercado laboral, señala el documento.
La creación de empleo solo se aceleró a finales de 2021
Tras la pronunciada contracción que registró el número de personas ocupadas en la región durante 2020 (8,2%), en 2021 se produjo una importante recuperación de ese indicador, que fue del 6,8% entre el cuarto trimestre del año pasado y el mismo período de 2020.
Pese al considerable aumento laboral a lo largo del año, el número de personas ocupadas en la región solo alcanzó el nivel registrado al cierre de 2019 a partir del cuarto trimestre de 2021.
Charlotte Kesl/Banco Mundial
La diferencia de salario entre hombres y mujeres en las zonas rurales puede llegar hasta el 40 por ciento.
Crece la brecha laboral entre hombres y mujeres
Por otro lado, durante el año pasado se profundizaron las brechas laborales entre hombres y mujeres.
“Si bien se ha registrado una mejora del empleo y de la participación tanto de los hombres como de las mujeres, esta ha sido mayor en el primer caso que en el segundo”, detalla el informe.
Una de las principales causas que cabe atribuir a esta situación es que la crisis generada por la pandemia de COVID-19 afectó de manera más significativa el empleo femenino, registrándose un retroceso equivalente a más de 18 años en los niveles de la tasa de participación de las mujeres.
“La lenta recuperación de las actividades que concentran el empleo femenino y el mayor peso que recae sobre las mujeres en las tareas de cuidado de enfermos, niños y personas mayores, contribuyen a explicar esta marcada diferencia en la dinámica de la tasa global de participación”, razona el análisis.
Los salarios y la inflación no evolucionan a la par
Otro aspecto económico que destaca el informe es el fuerte impacto que la pandemia produjo en la evolución de los salarios. La evolución al alza de la inflación se ha notado con mayor claridad en las personas que perciben salarios mínimos al disminuir su capacidad de compra. Además, la media regional salarial se situó un 6,8% por debajo de los niveles anteriores a la pandemia, quedando más rezagados que la actividad económica y el empleo.
Ambos organismos señalan que esta situación podría agravarse en 2022 debido a un mayor aumento de la inflación.
“Se vuelve fundamental la activación de instrumentos institucionalizados, como la negociación colectiva y la determinación de los salarios mínimos, para que a nivel de las unidades productivas y las ramas de actividad se discutan ajustes salariales que permitan responder a las necesidades de los trabajadores y las empresas”, señalaron el secretario ejecutivo interino de la CEPAL, Mario Cimoli, y la directora regional interina de la OIT para América Latina y el Caribe.
Añadieron que las medidas implementadas para facilitar la inserción laboral de los asalariados —como los subsidios a la contratación— orientadas a los grupos más vulnerables no solo contribuirán a la recuperación más acelerada de la ocupación de estos colectivos, sino que además favorecerán condiciones salariales que no impliquen una precarización respecto de los niveles prepandemia.
Las perspectivas laborales para este año son negativas
El estudio prevé una desaceleración del nivel de creación de empleo para 2022, aunque prevé que los avances en el proceso de vacunación contra la COVID-19, la disminución de las restricciones a la movilidad y la reapertura de las escuelas impulsarán una recuperación de los niveles de participación laboral, en especial de los femenina.
Sin embargo, también se advierte que el efecto combinado de una mayor participación laboral y de un bajo ritmo de creación de empleos podría provocar un aumento de la tasa de desocupación durante el año.
Ambos organismos concluyeron que, en un contexto en el que todavía hay margen para que el empleo recupere los niveles anteriores a la pandemia, es clave la posibilidad de realizar correcciones de los salarios mínimos que compensen las pérdidas provocadas por el aumento de la inflación.
En ese sentido, la reactivación de los canales de diálogo entre gobiernos, trabajadores y empleadores encaminados a determinar los ajustes de los salarios mínimos posee un gran potencial para conciliar las necesidades de los agentes del mercado laboral.
De este modo, se podrían aplicar aumentos del salario mínimo que compensen el aumento de la inflación, a la vez que se tiene en cuenta su efecto tanto en los costes de producción -especialmente para las micro, pequeñas y medianas empresas – como en la creación y recuperación del empleo.
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